Debo tener alma de adolescente, enganchándome como una tonta a la serie de Telecinco "Angel o Demonio". Aunque tengo que reconocer que sólo vi el primer capítulo en la televisión. El resto me los tragué desde su página web.
La primera temporada me gustó. La segunda empezó a desvariar. Cuando todo parecía indicar que Valeria y Damián acabarían juntos, en el bien o en el mal, surge en escena otra parejita: Natael y Valeria, tutor y alumna. Y claro, quizá es por mi edad, o porque me gustan más los hombres que los jovencitos, quien sabe; el caso es que vi más dulzura y cariño en esta pareja que en la protagonista. Lo siento, pero no me van los chicos castigadores, qué le voy a hacer.
Tres o cuatro capítulos con escenitas románticas entre los ángeles pueden con cualquiera, y claro, de repente, el final esperado. No estuvo mal, pero a los que habíamos disfrutado con Natael y Valeria, (incluso con la escena del rechazo), nos cayó como jarro de agua fría.
No pretendo nada bueno o malo, ni soy guionista, simplemente os presento un "final alternativo" para las fans de la pareja Natael - Valeria.
Que lo disfrutéis.
Final alternativo de Angel o Demonio
Valeria estaba sentada en La Divina Comedia, estudiando. Isa, de repente, la llamó, pidiendo ayuda. Cuando se acercó, lloraba sangre. Valeria corrió a ayudarla, pero era tarde. Isa murió en sus brazos. Valeria levantó la vista, y vio a todos los clientes del bar tendidos en el suelo, inertes. Se puso de pie, asustada, y corrió a la calle. Todos muertos, menos ella… y allí estaban, de pie, mirándola a los ojos, riéndose… Alexia, Damián. ¿Serían ellos los culpables de tanto dolor?
Isa: Valeria, ¿estás bien?
Valeria, volviendo en sí, sacudió la cabeza. Había sido un sueño, una visión.
Valeria: Si, Isa, estoy bien. Tengo que irme.
Isa: Vale, ¿nos vemos luego?
Mientras, en la villa demoníaca…
Iris: Sigue estando enamorado de ella.
Alexia: Lo sé.
Iris: La profecía, Alexia. Puede que Damián se vuelva contra nosotros.
Alexia: No pasará. Valeria será uno de nosotros aunque sea lo último que haga. Natael sufrirá como lo hice yo.
Iris: Alexia, el odio te ciega.
Alexia: Tengo mis propios planes, Iris. Todo está bajo control. La humanidad caerá, Valeria caerá y Natael, presa del sufrimiento, caerá. Mi venganza será absoluta.
Azucena y Adrián habían quedado en La Divina Comedia.
Adrián: Gracias por venir, Azucena. Tenía que pedirte perdón por lo del otro día. Perdí los nervios.
Azucena: No tienes que pedirme perdón, Adrián. Gracias a tu advertencia he investigado un poco más. Mira esta foto. Es la familia Salvatierra, vivieron hace cincuenta años. El otro día estuve cenando con ellos, tienen el mismo aspecto que hoy en día. Esto es muy raro, no sé qué quieren de mi hermano.
Adrián: Son el mal, el mal que está entre nosotros. Dime, Azucena, ¿sabe alguien esto? ¿Se lo has contado a alguien? Si ella sospecha de ti, puede ser muy peligrosa.
Azucena: Me estás asustando, Adrián.
Adrián: No te preocupes. Voy a enterarme de cuáles son sus intenciones. Quédate en casa, no salgas, no abras la puerta a nadie, ni siquiera a mí.
Rubén, el investigador, estaba en su laboratorio, realizando los últimos experimentos para conseguir un antídoto ante un ataque bacteriológico.
Rubén: Creo que lo hemos logrado. Los últimos ratones siguen con vida y están estables.
Militar: son buenas noticias. Pero necesitamos más. No es suficiente.
Rubén: Pero todavía no estamos en disposición de hacer pruebas con humanos. No podemos inocular el virus. No habría vuelta atrás. No podemos cargar con la muerte de personas inocentes.
Militar: Nosotros te proporcionaremos los voluntarios. Queremos avances. Este proyecto está costando mucho más de lo previsto.
Rubén: No puedo, todavía es pronto.
Militar: Lo harás. Es una orden.
Valeria se dirigió a la Morada, para contar a su visión a Gabriel y Natael.
Valeria: Y allí estaban ellos, de pie, mirándome a los ojos.
Gabriel: ¿Quiénes?
Valeria: Alexia y… Damián.
Natael: Ahora ya sabemos qué quieren de Rubén Sierra.
Valeria: ¿Quién?
Gabriel: Rubén Sierra, un investigador que trabaja para el gobierno desarrollando un antídoto ante un posible ataque bacteriológico. Ha tenido mucho éxito con animales, pero todavía no ha probado en humanos.
Valeria: Pero eso es bueno, ¿no? ¿Cómo van a intentar corromper a Rubén?
Natael: No lo sé, Valeria, pero podemos esperar cualquier cosa.
Gabriel: Natael, Valeria, tendréis que trabajar juntos. Esta situación es muy peligrosa para todos. Recordad que nada, nada está escrito, dijo mirando a Natael.
Natael miró a Valeria y sonrió. Le tendió la mano y juntos se fueron de la morada. Gabriel, sola, se dijo a sí misma: nada, nada está escrito… las profecías pueden cambiarse, existe el libre albedrío…
Adrián llegó a la casa de Alexia. Nunca quiso volver a ese lugar, pero Azucena era una buena chica, no se merecía el mal que iba a sufrir su familia. Pero no era capaz de presentarse ante Alexia. Una vez escapó de ella, gracias a Valeria, pero, ¿tendría fuerza suficiente para rechazar su influencia?
Por eso entró sigilosamente, escalando el muro de la villa, entrando por una ventana que encontró abierta. Se escondió detrás de un sofá para ver mejor.
Allí estaban Alexia y Duna. Alexia estaba dando instrucciones a Duna. Aguzó el oído.
Duna: ¿Cómo vas a conseguir que Rubén inocule el virus a inocentes?
Alexia: Esa es la parte más sencilla, Duna. Corre de mi cuenta. Después, todo dependerá de ti. Ya sabes qué tienes que hacer…
Duna: No estamos solas…
Alexia notó la presencia de Adrián.
Alexia: Mira a quién tenemos aquí. Nunca creí que tuvieras el valor de volver, Adrián.
Adrián: ¡Aléjate de mí, Alexia! ¡No volverás a utilizarme!
Alexia: ¿Seguro?
Alexia se acercó a Adrián por la espalda, y le susurró al oído: ¿seguro, Adrián? ¿No me deseas? ¿No hay nada que desees? Ya sabes que yo te lo puedo dar todo…
Mientras, Natael y Valeria caminaban juntos. Valeria estaba asustada.
Valeria: Tengo miedo, Natael. No sé qué hacer ni por dónde empezar.
Natael: Lo conseguiremos, Valeria. Ten confianza.
Valeria: No puedo creer que Damián sea capaz de hacer algo así.
Natael: Todavía no lo sabemos, Valeria. Tenemos que impedir que suceda, y la clave no está en Damián ni Alexia. Está en Rubén Sierra.
Valeria: No, Natael. No está en Rubén. Al menos sólo en Rubén. Él será la causa, pero yo vi a Alexia y a Damián. Siempre me has dicho que lea las señales, que yo sola debo interpretarlas. Esta vez tengo razón. Confía en mí, Natael.
Natael: Está bien. Nos dividiremos. Intenta averiguar qué va a hacer Alexia, y yo intentaré apoyar a Rubén. Ten cuidado.
Valeria: Gracias, Natael.
Valeria corrió a casa. Abrió el libro y vio el crucifijo de Adrián. Lo cerró inmediatamente, y lo abrazó con fuerza. Apareció en la puerta de la mansión. Entró sin pensarlo y vio a Alexia susurrando a Adrián al oído. Adrián tenía los ojos cerrados. Estaba a punto de ceder a su influencia.
Valeria, con un movimiento de mano, alejó a Alexia de Adrián. Lo abrazó, y ambos desaparecieron.
Alexia se quedó estupefacta, y gritó, enfadada… ¡Damiaaaaan!
Valeria y Adrián, todavía abrazados, aparecieron en un lugar seguro. Adrián la miró a los ojos.
Adrián: ¿quién eres?
Valeria: Soy Valeria, me conoces.
Adrián: No, no te conozco, ¿quién eres? O mejor ¿qué eres?
Valeria: Adrián, me conoces. Ya te ayudé una vez. Y he vuelto a hacerlo. Lo haré cada vez que me lo pidas. Es mi trabajo.
Adrián se alejaba de ella según Valeria iba hablando.
Valeria: Ya has visto cómo actúa el mal. Alexia es el mal. Y si has visto a los demonios sobre la faz de la tierra, ¿por qué no creer que también existimos los ángeles?
Adrián: ¿Eres un ángel?
Valeria asintió.
Adrián: Alexia es malvada. No sé que pretende, pero antes de que llegaras, hablaba con esa niña de mirada fría. Le decía que conseguiría que Rubén inoculara un virus a inocentes. Y le pedía que hiciera algo… no logré escuchar qué… Azucena, su familia, corren un gran peligro.
Valeria lo miró, se acercó y lo abrazó. Una luz los envolvió.
Valeria: Gracias, Adrián. Has sido muy valiente. No te preocupes, nada les ocurrirá a los Sierra. No lo permitiremos.
Damián apareció delante de Alexia.
Damián: ¿Me has llamado?
Alexia: Sí, ¿a qué esperas, Damián? Valeria tiene que caer, ya.
Damián: ¿Para qué tanta prisa, Alexia? Tenemos toda la eternidad.
Alexia: Si, tienes razón Damián. Pero si tú no puedes hacerlo, lo haré yo misma. Ya he tejido mi tela de araña.
Damián: ¿Qué has hecho, Alexia?
Alexia: Su hermano, Damián. Su hermano es hijo de Valafar. Cuando nazca, Graziel lo traerá. Tú y yo lo cuidaremos, Damián. Le enseñaremos quién es el enemigo. Cuando crezca matará a su hermana, porque Valeria será incapaz de matar a su hermano, aunque sea un demonio.
Damián: Eres perversa, Alexia. Si lo tienes todo pensado, ¿qué quieres de mí?
Alexia: Valeria no sabe quién es su hermano, pero sabe que algo pasa. Nota el mal en el vientre de su madre. Debes alejarla de ella. Que tenga a su hijo. Ahora vete. No me defraudes.
Damián se marchó, Iris, escondida, miraba la escena y sonreía…
Mientas, Natael seguía a Rubén en el trabajo. Nada ocurría, todo parecía tranquilo. Quizá Valeria tenía razón. Había aprendido mucho en el último año. Estuvo a punto de caer, se levantó y siguió con su misión. Eso hacía de Valeria un ángel mucho más consciente del peligro.
Era cierto, la amaba. Pero la profecía, la profecía le hacía daño. Sabía que Valeria y Damián estaban predestinados a estar juntos, pero no quería creer que podría perderla para siempre. Aunque, Gabriel lo había dejado claro, nada está escrito. Sólo era una profecía. ¿Y si no se cumplía? ¿Tendría él alguna esperanza? Le había dicho que Damián ya no significaba nada para ella. Pero, si Valeria odiaba a Damián, ¿no era el odio una forma de amar?
Rubén avanzaba. Lo había conseguido, pero no quería correr el riesgo con humanos. Su ayudante lo miraba.
Gloria: Adelante, Rubén, ¿qué tenemos que perder? Ya lo hemos probado con animales. Sólo falta un paso para la fama…
Rubén: pero no estoy seguro, Gloria.
Natael sólo oyó una palabra: “fama” y supo que Valeria tenía razón. No sólo el alma de Rubén corría peligro, la tela de araña tejida por Alexia era más compleja de lo que pensaba. Había lanzado muchos anzuelos. Era cuestión de tiempo que alguno de ellos picase.
Gloria se dio la vuelta, salió del laboratorio y se dirigió a los lavabos.
Iris: Convéncelo.
Gloria: Pero la gloria será para él, no para mí. El trato no era ése.
Iris: Gloria, Gloria… ¿no lo entiendes? Sólo tienes que cambiar el antídoto que habéis desarrollado.
Gloria: Pero, morirá gente.
Iris: Un mal menor. Cuando despidan a Rubén, tú serás la elegida para desarrollar un nuevo antídoto. La fama será para ti. Gloria, un trato es un trato.
Mientras, Valeria y Gabriel, en la morada, hablaban de lo que había oído Adrián.
Gabriel: Has vuelto a salvar a Adrián, Valeria, bien hecho.
Valeria: Creo que ya sé qué pretende Alexia. Rubén va a probar su antídoto con personas, y para eso los tiene que infectar. Lo que no sé es cómo va a conseguir que se extienda el virus… ¿Quizá Duna?
En ese momento, Natael llegó, y mirando a Valeria con admiración:
Natael: Tenías razón, Valeria. Iris ha plantado la semilla del mal en Gloria, la ayudante de Rubén. La ha convencido que de cambie el antídoto en la prueba con humanos. Así despedirán a Rubén, y ella podrá llevarse la fama de descubrir la cura.
Valeria: Pero morirán inocentes.
Gabriel: ¿Y cuándo ha sido eso importante para ellos, Valeria? Seguid así, el plan de Alexia es muy complejo, y seguro que hay más de lo que hemos visto.
Natael y Valeria asintieron, y volvieron a caminar por los jardines…
Natael: Enhorabuena Valeria, lo has hecho muy bien.
Valeria: Sólo hemos empezado, Natael.
Natael: Ve a casa, Valeria, descansa. Mañana será un día importante.
Valeria: Lo sé, Natael. Tengo un mal presentimiento…
Valeria, en casa, encontró a su madre tumbada en el sofá.
Valeria: ¿Cómo estás mamá? ¿Cómo está el bebé?
Laia: Bien, Valeria, el bebé está bien.
Valeria acarició la tripa de su madre, y sintió una visión. Su hermano la mataba, mientras Alexia y Damián miraban riéndose.
Asustada, separó la mano de su madre y se despidió hasta el día siguiente.
En la habitación, Valeria buscó su libro.
Valeria: ¿Quién es? ¿Es mi hermano? ¿Ellos corrompen su alma? No lo permitiré.
El libro le mostró una imagen, Valafar. Y recordó haberlo visto, aquel día, en el hospital, intentando frustrar la operación de su madre. ¿Por qué el libro le mostraba a Valafar? No lo entendía... o sí. No lo podía creer. Sus padres se habían separado, su padre estaba con Fátima, su madre con… ¡claro! Ahora sabía por qué se sentía tan mal. Su madre estaba con Valafar. ¿Sería posible?
Valeria llamó a Natael. Natael apareció junto a su cama, como siempre, mirándola con ternura.
Natael: ¿Qué te pasa, Valeria?
Valeria: Natael, mi hermano es hijo de Valafar, ¿verdad?
Natael: Sí.
Valeria: ¿Por qué no me lo dijisteis?
Natael: Tenías que recorrer tu propio camino.
Valeria: Mi hermano es… ¿cómo los llamásteis? ¿Un némphilo?
Natael: Sí. Es un némphilo. La encarnación del mal. No podrá renunciar a su naturaleza.
Valeria: Pero nada está escrito, Natael. ¿No podemos protegerlo?
Natael se quedó pensativo. ¿Quizá había esperanza para un némphilo? ¿Quizá había esperanza para Damián? ¿Quizá había esperanza para él?
Natael: No lo sé, Valeria. No lo sé.
Valeria lo abrazó. Natael la rodeó con sus brazos, apoyó su barbilla en su pelo.
Valeria: Natael, ¿hay más cosas que tú sepas y yo no?
Natael calló.
Alexia, vestida como Blanca, estaba cenando con Rubén, en su casa.
Alexia: Rubén, estoy muy ilusionada con la boda. Quiero fijar una fecha cuanto antes.
Rubén: Blanca, no hay prisa. Puedo esperar.
Alexia: ¿Y el viaje de novios? ¿Dónde quieres ir, Rubén?
Rubén: No lo sé. Decídelo tú, será mi regalo de bodas.
Alexia: Yo pensaba en otro regalo.
Rubén: ¿Cuál?
Alexia: Quiero ser parte de tu vida, Rubén. Y no sé en qué trabajas. Llévame a tu oficina. Imagina que estoy a punto de casarme con un asesino….
Rubén: Mi trabajo es secreto, Blanca.
Rubén calló, pero Alexia lo miró con cara dulce, y Rubén suspiró.
Rubén: No puedo negarte nada. Mañana, a primera hora, ven a casa. Te enseñaré lo que hacemos.
Damián no podía parar de pensar en Valeria. La seguía queriendo, y sabía que la tendría durante toda la eternidad al otro lado. Pero mientras tuviera la oportunidad de verla, de combatir con ella, era suficiente. Era justo que Valeria lo odiara, después de todas las almas que había corrompido. Al menos lo odiaba. Pero no podía permitir que el hijo de Valafar matase a Valeria. Tenía que hacer algo.
Sin pensarlo más, Damián fue a casa de Valeria. Se sentó a los pies de su cama, y dulcemente, acarició la piel de su brazo. Valeria suspiró… Natael….
Damián se levantó de un salto, y acto seguido, con rabia, fue a la habitación de Laia. Le dio un empujón y la tiró de la cama. Valeria se despertó del ruido y corrió a la habitación de su madre.
Valeria: Deja a mi madre.
Damián: Sólo intento ayudarte.
Valeria: ¿Cómo? ¿Matando a mi madre? ¿Así piensas ayudarme?
Damián: Valeria, tu hermano… no debe nacer.
Valeria: ¿Por qué? ¿Porque es uno de los vuestros? No lo será hasta que cometa un acto irreparable, y yo me voy a encargar de que no haga. Todos merecemos una oportunidad.
Damián: Valeria, te matará.
Valeria: Eso no puedes saberlo, Damián. Nada está escrito. No hay destinos irrevocables. Ni siquiera el tuyo.
Damián: Yo soy como soy, Valeria. Debiste matarme cuando tuviste la espada.
Valeria: Lo sé. Yo lo haré si vuelvo a tener la oportunidad. Desaparece de mi vista, Damián.
Y de un movimiento de mano, lo arrojó por la ventana. Valeria, corrió hacia su madre.
Valeria: Mamá, ¿estás bien? Hay que ir al hospital.
Laia: Valeria, hay algo que no va bien.
Valeria: Todo se arreglará mamá, ya lo verás.
En el hospital, Valeria llamó a su padre. Cuando llegó, Valeria respiró tranquila.
Valeria: Papá, mamá ha estado a punto de perder al bebé.
Carlos: Tranquila, Valeria, ya estoy aquí. Todo se arreglará.
Se abrazaron largamente. Cuando se separaron, Valeria se sentó en una silla a pensar. Damián había querido ayudarla, otra vez. Pero cada vez que intentaba acercarse a ella, lejos de ayudar, la alejaba de su misión. Valeria entendió que la naturaleza de Damián era hacer el mal, incluso cuando intentaba hacer el bien. Sintió lástima por él. La voz de Gabriel sonaba en su cabeza: “Nosotros no tomamos atajos….”. “Nada está escrito…”. Recordó la visión del libro, ahora sabía por qué le había mostrado a Damián besándola, y lo que tenía que hacer.
Mientras, Graziel y Alexia, en su villa, hablaban sobre la familia de Valeria.
Alexia: Tu cometido ha terminado. Valeria ha descubierto a Valafar.
Graziel: ¿Y ahora?
Alexia: Valeria protegerá al bebé por nosotros. Ya llegará tu momento. El momento en que te presentarás a tu hijo como su padre…
Iris llegó en ese momento, con una sonrisa en su cara.
Iris: Damián ha hecho lo que has previsto, Alexia.
Alexia: Perfecto. Valeria ya sabe que tiene que proteger al bebé de Damián y de nosotros.
Iris: Hay algo más.
Alexia: ¿Qué?
Iris: Valeria no quiere saber nada más de Damián.
Alexia: ¿Seguro? ¿Qué hará Valeria cuando vea que pierde a su hermano? Ya hizo un pacto con él. Volverá a hacerlo. Y este pacto será su perdición.
Y ahora, hablemos de tu trabajo. ¿Gloria va a cambiar los antídotos?
Iris: Sí. Ha sido tan fácil…
Alexia: Perfecto. Mañana comenzarán las pruebas. Natael está ocupándose de Rubén y Gloria, Valeria de su madre… nadie se dará cuenta de quién va a extender el virus… Duna, ¿has hecho tu parte?
Duna, en ese momento, apareció en escena con el aspecto de una niña adorable.
Duna: Sí, los voluntarios serán nuestros.
Alexia: Perfecto, propagarán el virus entre su familia, entre sus amigos… la pandemia está asegurada. Sólo es cuestión de tiempo.
Damián abrió una cerveza. Alexia tenía razón. Valeria ya no lo amaba. Su voz suspirando “Natael…” resonaba en su cabeza. Los celos ardieron dentro de él. Lo mataría. No descansaría hasta acabar con él. Valeria era suya. Estrujó la lata de cerveza hasta cortarse la mano. Mañana era el día en el que el plan de Alexia culminaría. Sabía que Natael intentaría impedirlo. Pero Damián estaría allí. Se sentía con fuerza suficiente para llevar el mundo a su fin. Natael iba a pagar por lo que había hecho.
Al día siguiente, Alexia se presentó en la casa de Rubén. Juntos, fueron al laboratorio, donde Rubén le explicó a Blanca en qué consistía su trabajo.
Rubén: Y eso es todo, Blanca. Todavía no hemos llegado al final, pero tenemos buenas perspectivas.
Blanca: Pero Rubén, esto es muy grande. ¿Por qué no quieres probar con humanos?
Rubén: Todavía no es seguro, Blanca.
Blanca: Pero son voluntarios, Rubén. Ya saben a qué se exponen. Es por el bien de la humanidad. Cuanto antes lo consigas, antes nos podremos casar… Hazlo, Rubén, hazlo hoy mismo.
Rubén: Está bien, haré unas cuantas llamadas.
En la morada, Valeria despertó a Gabriel.
Gabriel: ¿Cómo está tu madre, Valeria?
Valeria: Bien, ella y el bebé están fuera de peligro.
Gabriel: Estoy orgullosa de ti, Valeria.
Valeria: Hay algo más. Hace tiempo de me dijiste que nosotros no utilizamos atajos, y que nada estaba escrito. Damián ha querido ayudarme matando a mi hermano. Es un atajo, ¿verdad? ¿Podremos intentar salvar su alma?
Gabriel: Tienes razón, matar al problema no es la solución. Si, podemos intentar salvar su alma, pero será muy difícil que renuncie a su naturaleza demoníaca.
Valeria: Gabriel, cuando llegué a la morada…
Gabriel: ¿Sí?
Valeria: Me dijiste que no estaría sola, que Natael había elegido unir su destino al mío. ¿Qué significa exactamente?
Gabriel: Que tu destino es el suyo, si tú caes, él caerá, si triunfas, él también triunfará.
Valeria: ¿Yo también puedo unir mi destino al suyo?
Gabriel se quedó pensativa. La profecía le decía que Valeria y Damián acabarían juntos. Pero ahora tenía a Valeria delante, muy seria, pidiéndole unir su destino al de Natael. ¿Qué había ocurrido? Tenía que preguntárselo antes de tomar una decisión.
Gabriel: ¿Y Damián?
Valeria: ¿Qué pasa con Damián?
Gabriel: Estabas enamorada de él.
Valeria: Lo estuve, Damián ya no significa nada para mí. Ni siquiera puedo odiarlo. Ha intentado ayudarme matando a mi hermano. Ni siquiera intentando ayudar puede renunciar a su naturaleza. No puedo hacer más nada por él. El libro me mostró cómo volvía con Damián. Y lo hizo para prevenirme, no permitiré que suceda.
Gabriel abrió los ojos, la profecía podría no cumplirse. Valeria era más fuerte de lo que pensaba. Natael tuvo razón al interceder por ella.
Gabriel: ¿Estás segura de que es lo que quieres?
Valeria: Sí.
Gabriel: Sea.
En ese momento, Gabriel dibujó una N en la espalda de Valeria. Dos ángeles unidos por el mismo destino. Nunca, en la historia, había sucedido algo así.
Gabriel: Valeria, tienes trabajo que hacer. La batalla se acerca.
Natael estaba alerta, Gloria tenía la botella falsa en la mano, se disponía a cambiar los antídotos, y él tenía que evitarlo.
Natael: Gloria, ¿por qué lo haces?
Gloria: Ella me prometió el reconocimiento que merezco.
Natael: ¿Podrás soportar que por tus actos mueran inocentes?
Gloria: Es necesario, un mal menor…
Natael abrazó a Gloria, una luz blanca los rodeó, la botella que llevaba en la mano cayó al suelo, y se hizo añicos.
Damián apareció en la sala, delante de Natael.
Natael: ¿Qué quieres, Damián?
Damián: Ya lo sabes.
Natael: No vais a conseguirlo. Gloria no cambiará los antídotos.
Damián: ¿Y qué importa eso? No entiendes nada, Natael. No estamos corrompiendo un alma. Estamos acabando con la humanidad. Y no podrás evitarlo.
Natael corrió hacia Damián, y juntos, aparecieron en el páramo.
Damián: Natael, este será tu fin.
Valeria llegó al laboratorio cuando los voluntarios eran encerrados en una sala de aislamiento. Duna estaba con ellos, susurrándoles. Ahora lo entendía. Daba igual que Gloria cambiara o no los antídotos, que Rubén accediera a las pruebas con seres humanos era fundamental. Para eso tanto esfuerzo y trabajo. Iban a corromper a los voluntarios. Lo demás, eran simples distracciones.
Tenía que hacer algo. Valeria se sintió fuerte, con todo el poder de Natael en sus venas, sólo tenía que distraer a Duna. Se enfrentó a ella.
Valeria: Duna, ¿qué intentas?
Duna: Esto no es asunto tuyo.
Valeria: Sí, lo es.
Con un movimiento de mano, hizo desaparecer a los voluntarios de la sala.
Duna: ¿Qué has hecho?
Valeria: Llevarlos a un lugar seguro.
Duna puso cara de pocos amigos, pero Valeria, en ese momento, desapareció. Debía avisar a Rubén y Gloria de dónde estaban los voluntarios. Se puso una bata blanca y entró en el laboratorio, para contarles que los voluntarios habían sido trasladados, por medidas de seguridad, a una sala contigua.
Duna, enfadada, se enfrentó a Alexia.
Duna: Esta niñata lo va a estropear todo. No sé desde cuándo tiene tanto poder.
Alexia: ¿Cómo? ¿Qué ha hecho? No, no ha podido ser Valeria, ha tenido que ser Natael.
Duna: ¿Seguro? Sé lo que he visto.
Alexia, fuera de sí, gritó: ¡Natael!
Damián y Natael, en el páramo, se estudiaban antes de la batalla. Justo detrás de Natael apareció Alexia.
Alexia: Natael, pagarás por lo que has hecho. Hoy vas a morir.
Damián: Aléxia, déjame. Natael es mío.
Natael los miró a los dos. No entendía qué estaba pasando. Pensó en Valeria, ¿habría conseguido evitar la pandemia? ¿Era ella la responsable del enfado de Alexia?
Valeria salió del laboratorio, contenta. Los planes de Alexia estaban frustrados. Rubén y Gloria acabarían con la pandemia. De pronto, paró sus pasos. Sentía como Natael estaba en peligro. Sus destinos estaban unidos, podía sentir su fuerza, sus miedos.
Cerró los ojos, y girando sobre sí misma, apareció en el páramo, junto a Natael.
Alexia: Vaya, vaya, la alumna ha venido a socorrer a su papi.
Natael susurró al oído de Valeria.
Natael: ¿Qué haces aquí, Valeria? Es peligroso.
Valeria: Lo sé, pero así somos dos contra dos.
Damián se asustó al ver a Valeria.
Damián: Valeria, sal de aquí, no quiero matarte.
Valeria: Inténtalo, si puedes.
En ese momento cayó la espada de fuego del cielo. Valeria cogió la mano de Natael y la alargó hacia la espada, para cogerla al vuelo.
Valeria: Confía en mí, Natael.
Natael y Valeria cogieron la espada, cada uno por una parte del mango. Cada uno tiró de la espada hacia sí mismo, y ésta se separó en dos. Dos espadas, para proteger a dos ángeles unidos.
Natael nunca había visto algo así, pero no había tiempo de pensar en razones ni porqués. Miró a Valeria, que le correspondió mirándolo con determinación. Había llegado la hora de dejar atrás los miedos, las profecías, las dudas. Solo contaban los dos, Valeria y él, contra sus enemigos, contra sus peores enemigos: Alexia y Damián.
Así que no lo pensó. Dando un grito, giró la espada en el aire, y de un solo golpe, separó la cabeza de Alexia de su cuerpo. Alexia había desaparecido. Llorando, se arrodilló en la tierra. Esta vez había sido él. Él la había destruido. No volvería jamás.
Valeria estaba convencida de que su decisión de compartir el destino de Natael era la razón de la división de la espada. Era lógico, lo que le pasara a uno le pasaría al otro. Debían progeterse mutuamente. Miró a Damián, corrió hacia él y le clavó la espada en el pecho. Damián se consumió, gritando ¡Gracias!. Valeria dio dos pasos hacia atrás y cerró los ojos. Todo había terminado.
Valeria y Natael se levantaron y corrieron a abrazarse. Se miraron a los ojos, y Natael habló.
Natael: ¿Qué ha pasado, Valeria? ¿La pandemia?
Valeria: Todo está arreglado, Natael. El fin de la humanidad tendrá que esperar.
Natael: Estoy orgulloso de tí. Pero, no entiendo nada... supiste encontrarme, la espada...
Valeria se acercó a Natael, y le susurró al oído.
Valeria: ¿No lo adivinas? Yo quiero estar contigo, Natael. ¿Tú no?
Natael sonrió, recordando aquella conversación, en la habitación de Valeria. Decidió seguir el juego.
Natael: Es lo que más deseo en el mundo.
Valeria: ¿Y entonces?
Y entonces... nada pudo evitar un beso entre los dos, largo y apasionado. Se abrazaron, sabían que tendrían toda la eternidad para ellos, para estar juntos, pero no querían esperar más. Todas aquellas barreras que había entre los dos acababan de evaporarse. Damián y Alexia habían desaparecido, y Natael se daba cuenta de que, junto a Valeria, formaban un equipo invencible. La profecía, como decía Gabriel, podía romperse. Valeria había escogido.
Todo giró a su alrededor, todo cambió y se transformó en la habitación de Valeria. Se desnudaron lentamente, y Natael vio una letra N de luz marcada en su espalda.
Valeria: Sí, he unido mi destino al tuyo.
Natael: No lo sabía.
Valeria: Es la primera vez que yo sé algo que tú no.
Natael se giró, y le enseño la V de su espalda a Valeria.
Natael: Te he amado siempre.
Valeria: Lo sé, Natael. Yo también te amo.
Se abrazaron de nuevo, mirándose a los ojos, acercaron sus rostros y se besaron. Se tumbaron en la cama de Valeria, acariciándose lentamente, besando cada rincón de sus cuerpos. Se convirtieron en uno solo, para toda la eternidad.
Mientras, Gabriel hablaba al cielo.
Gabriel: Lo han conseguido. Hemos conseguido dos ángeles unidos. Serán la fuerza que acabará con el mal en la tierra.
Voz: Les esperan pruebas muy duras, Gabriel. Deberás estar con ellos.
Gabriel: Lo sé. Me tendrán a su lado.
Duna se lamía las heridas con Graziel e Iris, y mientras reía, planificaba el futuro.
Duna: Alexia y Damián han vuelto al infierno. Estamos solos, otra vez.
Graziel: Tenemos nuevos objetivos... Samanta, ven aquí. ¿Quieres ser inmortal?
Fátima llamó a la puerta. Estaba sola. Carlos la había dejado. Duna la cogió del pelo y la arrastró al centro del salón.
Duna: Has fracasado, Fátima. Eres una inútil. Tienes mucho que aprender.
Iris: va a ser tan divertido...
oye abra mas quiero saber como acaba ,esque me as dejado a medias
ResponderEliminarpils pils terminalo !!
Bueno, en el fondo es un final... abierto, para dejar la oportunidad de seguir escribiendo, ¿no crees?
ResponderEliminarMi opinión es que se te ha ido la pinza jajajaja
ResponderEliminarpero oye; muy bien redactado jajaja