Lo perdí demasiado joven. El alcoholismo es una enfermedad que no tiene cura si la persona no quiere. Él bebía, bebía demasiado. Y todo terminó en un cáncer de hígado que acabó con su vida en menos de dos meses.
Pasamos noches enteras en el hospital, turnándonos entre los cuatro. Pensaba en cuánto lo quería, y cuánto había tardado en decírselo. No pude perdonar sus deslices y no creo que tuviéramos nada que ver con su problema. Simplemente, no podíamos aceptar que nuestro padre tuviera otra amante y dos hijas más. No podíamos dividir las vacaciones, las fiestas, los fines de semana sin él. Y lo olvidamos. Hasta que fue tarde.
Y al final, sólo al final, él quiso volver, volver con nosotras, las únicas que estuvimos hasta el último minuto. Lo hubiéramos aceptado, pero no hubo tiempo.
Se fue un 18 de diciembre, y ahora, cerca de su cumpleaños, mirando llover me acuerdo de él. Te quiero, papá. Algún día, contaré tu historia.
Comentarios
Publicar un comentario
¡Gracias por tu aportación!